jueves, 26 de noviembre de 2009

Por el camino de Swann

No puede existir un blog dedicado a la comida en la literatura sin la magdalena de Proust.

El escritor que apetece leer en los días lluviosos y grises, cuando va muriendo el otoño y floreciendo el invierno. El creador de las más bellas metáforas que un autor haya imaginado. Entre esas metáforas nunca pondría este famoso pasaje que, estando inspirado, no creo que condense todo lo que Proust puede llegar a decir, o a callar. Y siempre he creído que es mucho más difícil describir la comida en sí misma que los efectos que produce en el alma o en el cuerpo. Pero no puede faltar. Y menos un día como hoy en el que llueve y me duelen los pies del frío. Un día como hoy en el que, más movida por la alegría que por la morriña, lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido hacer un bizcocho que deje migas en el té para que me acompañe esta noche mientras leo. Porque un hogar no es un hogar hasta que huele a bizcocho.




"Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no, pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en el que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse. Parece que poco a poco la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grace incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es justamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que la sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar, crear. Se encuentra ante una cosa que todavía no existe y a la que ella sola puede dar realidad y entrarla en el campo de su visión."

Por el camino de Swann. Traductor: Pedro Salinas.

3 comentarios:

  1. ¡Jarl, qué gran cita y qué hermoso bizcocho!

    Llevo meses rumiando la idea de releer a Proust y, tras unas conversaciones con Silvia (la hermana mayor de Manu y otra de nuestra "Pedant Society", que dice él XD) y leer esta entrada tuya, necesito hacerlo.

    Por cierto, estoy de acuerdo en que un hogar no es un hogar hasta que huele a bizcocho. El otro día Seler nos hizo uno maravilloso y cuando llegué de la librería, el piso olía a gloria: a otoño del bueno, a risas y a amistad.

    ¡El tuyo tiene una pinta que para qué, madreeee! Por cierto, que hoy aquí llueve también. ;)

    ¡Un besoteeee!

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  2. Hoy hemos amanecido con aguacero en Madrid. Yo estoy encantada porque me chiflan estos días de domingo donde pones la calefacción, te sirves un café y te dedicas a lo que más te apetezca, pedante o no.

    A mí me parece que En busca del tiempo perdido es una maravilla y se lo recomiendo a todo el mundo. Tiene de todo: desde la belleza de las metáforas a la fina ironía francesa. Yo no me he leído todos los libros, pero espero hacerlo pronto.

    Y el secreto del bizcocho ese está en el Frangelico ;)

    Por cierto, ¿sabes que creo que tu Manu se llevaría bien con mi Joshua? XDD Momento maru donde los haya.

    ¡Abrazote!

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  3. ¡Ja, ja, ja! Pues en nuestro próximo encuentro hacemos las respectivas presentaciones, cómo no. XD
    ¡Ah, el Frangelico! ¡Cómo sabes! XD
    ¡Besotes!

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